Muchas denunciaron que, en casi todos los países por los que habían pasado, los traficantes, el personal de seguridad u otros refugiados las habían sometido a malos tratos físicos y explotación económica, las habían manoseado o las habían presionado para que tuvieran relaciones sexuales con ellos.
Las mujeres y las niñas que viajan solas y las que lo hacen sólo acompañadas por sus hijos se habían sentido especialmente amenazadas en las zonas de tránsito y los campamentos de Hungría, Croacia y Grecia
en un centro de recepción de Alemania algunos refugiados las espiaban cuando iban al baño.
Como mínimo, estas medidas incluirían aseos bien iluminados y separados para hombres y mujeres, así como zonas separadas y seguras para dormir.
Una mujer siria, que estaba embarazada y amamantaba a su hija menor cuando realizó el viaje con su marido, afirmó que en los campamentos de Grecia no lograba dormir sabiendo que estaba rodeada de hombres
Una docena de las mujeres entrevistadas dijeron que en los campamentos de tránsito europeos las habían tocado, acariciado o mirado lascivamente.
OTROS TESTIMONIOS
Explotación sexual a manos de los traficantes
“En el hotel de Turquía, uno de los hombres que trabajaba con el traficante, un sirio, me dijo que si me acostaba con él no pagaría o pagaría menos. Por supuesto que me negué, era algo repugnante. Lo mismo nos pasó a todas en Jordania.”
Acoso y constante miedo
Violencia a manos de la policía y condiciones en los campamentos de tránsito