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Activista se consume en prisión tras dos años de reclusión

El activista, Ales Bialiatski © Vladimir Gridin, Radio Svaboda
La última vez que el activista de derechos humanos bielorruso Ales Bialiatski recibió una visita o un paquete de comida en la cárcel fue el pasado mes de febrero.“Te dan [comida] suficiente para que no te mueras, pero es una dieta muy pobre en vitaminas e inevitablemente tu salud se resiente. El año pasado, Ales no tomó nada de verdura ni fruta fresca”, ha contado recientemente a Amnistía Internacional su esposa, Natalia Pinchuk.Hoy se cumple el segundo aniversario de su detención, practicada el 4 de agosto de 2011. Actualmente cumple una pena de cuatro años y medio de prisión por usar sus cuentas bancarias personales en Lituania y Polonia para financiar el Centro de Derechos Humanos Viasna. La organización no cuenta con el reconocimiento oficial del gobierno bielorruso y no puede tener una cuenta bancaria en el país.Amnistía Internacional lo declaró a un preso de conciencia, encarcelado únicamente por sus actividades pacíficas en defensa de los derechos humanos. Considera que su juicio estuvo plagado de irregularidades y que la sentencia estuvo basada en motivos políticos y formaba parte de una estrategia para poner fin a su trabajo en materia de derechos humanos.Ales lleva 18 meses recluido en la colonia penitenciaria número 2 de Babriusk, centro de detención donde se ha encarcelado a otros presos de conciencia. Las condiciones de reclusión son sumamente precarias, con celdas masificadas y raciones de comida escasas.Está encerrado en una celda junto a otros 16 reclusos, pero ninguno tiene permiso para comunicarse con él por ningún medio so pena de sufrir un castigo por parte de las autoridades penitenciarias.“Lo que más me preocupa es que su prolongado encarcelamiento acabe con su salud”, ha dicho Natalia ante la proximidad del segundo aniversario de la detención de su esposo.“No está solo [en la celda] –nos explica– pero está aislado y eso le causa todavía más tensión psicológica.”Este mes está previsto que se celebre la vista sobre su solicitud de libertad condicional; pero la esperanza de que le concedieran la libertad anticipada se disipó cuando fue declarado “infractor maligno” y privado de todos los privilegios, incluidas las limitadas visitas, el derecho a recibir paquetes de comida y la consideración de su solicitud de libertad condicional.Una las razones que han esgrimido las autoridades penitenciarias para imponerle ese castigo es que Ales no llevaba el calzado adecuado.“No tengo nada que pedir a las autoridades bielorrusas –ha dicho Natalia–. Con la injusticia que Ales ha sufrido, no creo que se le concediera ninguna petición.  Pedir algo a quienes han actuado tan injustamente sería como dar legitimidad a sus actos.”Las autoridades de Bielorrusia se han distinguido por castigar con largas penas de cárcel a quienes hablan públicamente de los derechos humanos, demostrando un flagrante desprecio por el derecho de estas personas a ejercer la libertad de expresión, asociación y reunión.Casi inmediatamente después de su detención, Amnistía Internacional lanzó una campaña para pedir la liberación inmediata e incondicional de Ales y otros presos de conciencia en el país.Desde entonces, Ales y Natalia han recibido miles de cartas de apoyo de todo el mundo.“Gracias por vuestro apoyo. Es importante que él note ese apoyo, porque está atravesando una situación muy difícil”, ha dicho Natalia.

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