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Una valla publicitaria con la imagen del tenista serbio Novak Djokovic, en un edificio de Belgrado, Serbia, el jueves 6 de enero de 2022.

Una valla publicitaria con la imagen del tenista serbio Novak Djokovic, en un edificio de Belgrado, Serbia, el jueves 6 de enero de 2022. © AP Photo/Darko Vojinovic

Blog

Novak Djokovic descubre las políticas de refugio en Australia

Por Olatz Cacho, (@Olatz_Cacho), responsable de países en Amnistía Internacional, y Anna Shea,

El tenista número uno del mundo, Novak Djokovic, ha sido enviado a un hotel de inmigración mientras se decide si puede disputar o no el Abierto de Australia. En una transición espídica de la comodidad lujosa en la que (imaginamos) vive un deportista de élite a los infiernos, ahora Djokovic sabe cómo viven las personas refugiadas de Irak y comparte con ellas sus opiniones sobre lo horrendo que es encontrar gusanos en la cena.

La experiencia del jugador serbio pone de manifiesto el trato que reciben los solicitantes de asilo y las personas refugiadas en Australia. Un trato que, quienes llevamos años denunciando esto, ya sabíamos que deja mucho que desear.

Unos niños sostienen carteles en los que piden al tenista serbio Novak Djokovic que apoye a las personas refugiadas

Unos niños sostienen carteles en los que piden al tenista serbio Novak Djokovic que apoye a las personas refugiadas, el 7 de enero de 2022. © REUTERS/Sandra Sanders

El enfoque adoptado por Australia respecto a las personas que solicitan asilo –que huyen de países peligrosos como Irak, Somalia y Siria– tiene como objetivo la disuasión. Si una persona intenta entrar irregularmente en el país por mar, o bien es expulsada sin el procedimiento debido, o bien es detenida y recluida en apartados centros de “tramitación”.

Uno de esos centros se encuentra en Nauru, una isla diminuta y remota del Pacífico, con una población de 10.000 habitantes y una superficie total de 21 kilómetros cuadrados. Una vez allí, las personas refugiadas y solicitantes de asilo reciben una atención médica inadecuada, sufren abusos por parte de la población local y ven cómo a sus hijos e hijas se les infligen abusos y se les niega el acceso a la educación. No pueden salir de Nauru ni siquiera después de que se les reconozca la condición de refugiados.

Lo más asombroso es que el gobierno australiano ha conseguido “vender” este modelo como humanitario.

Manifestantes a favor de las personas refugiadas en Melbourne, Australia

Manifestantes a favor de las personas refugiadas en Melbourne, Australia, 6 de enero de 2022. © REUTERS/Loren Elliott

En su distópica novela 1984, George Orwell acuñó el término “doblepensar”. El acto de doblepensar consiste en “saber y no saber, ser consciente de toda la verdad mientras se cuentan mentiras cuidadosamente construidas, mantener simultáneamente dos opiniones contradictorias, sabiendo que se contradicen y creyéndose las dos, utilizar la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad al mismo tiempo que se reivindica”.

El uso del doblepensar es la única manera de explicar cómo el gobierno de Australia ha engañado a su electorado y al resto del mundo sobre sus políticas respecto a las personas que buscan protección internacional.

Porque, mientras el gobierno australiano afirma que sus políticas son humanitarias y tienen como finalidad salvar vidas (supuestamente desalentando a la gente de llegar a Australia en peligrosas travesías por mar), reconoce también que, para que “funcionen” esas políticas, tienen que ser crueles. De hecho, un primer ministro australiano llegó a admitir que la política de la tramitación extraterritorial era dura, y podría ser calificada como cruel. Por eso, ¿es quizá la práctica de doblepensar lo que permitió al ex primer ministro australiano Turnbull mantener una total seriedad cuando dijo a las Naciones Unidas que las políticas fronterizas australianas son “las mejores del mundo”?

Una manifestante a favor de las personas refugiadas durante una manifestación frente al Park Hotel en Melbourne

Una manifestante a favor de las personas refugiadas durante una manifestación frente al Park Hotel en Melbourne, Australia, el 6 de enero de 2022. © REUTERS/Loren Elliott

Pero el uso del doblepensar no termina aquí. Por ejemplo, Australia siempre ha afirmado que las personas refugiadas que se encuentran en Nauru son responsabilidad de las autoridades de la isla. Sin embargo es la propia Australia la que ha impedido que esas mismas personas acepten ofertas de reasentamiento de un tercer país: Nueva Zelanda.

Posteriormente, y ante el escándalo nacional e internacional de esta política y la presión ejercida por diferentes organizaciones, Amnistía Internacional entre ellas, el gobierno australiano dijo que su objetivo era conseguir que no hubiera personas detenidas en el “extranjero” (refiriéndose a Nauru), y el Departamento fijó una fecha para principios de 2020 para lograr este objetivo. Sin embargo, todavía hoy hay personas detenidas en el extranjero y como la experiencia de Novak Djokovic demuestra, personas detenidas en hoteles y centros de toda Australia en condiciones lamentables.

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