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ThankGod fue puesto en libertad tras 19 años encarcelado. Fue condenado a muerte en 1995 por un robo a mano armada que había tenido lugar en 1988. © Particular

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Librarse por poco de la horca en Nigeria: "Aún me pregunto si es un sueño"

Constantine Callaghan, Amnistía Internacional,

Durante 19 años, ThankGod Ebhos apenas durmió una noche completa.

Noche tras noche, cuando se acostaba sobre una manta en una pequeña celda de la cárcel de Benin, localidad del sur de Nigeria, tenía una inquietante pesadilla recurrente: un guardia de la prisión llamaba a la puerta de su celda y lo conducía, aún medio dormido, a la horca, le colocaba una soga al cuello y lo colgaba.








Sabíamos que íbamos a morir, no era necesario que nadie nos dijera nada. Cuando llegamos a la horca, cerraron la puerta. La sala estaba preparada.  La soga estaba lista y el saco de arena en su sitio.

El alguacil, el verdugo y otros miembros del personal de la prisión esperaban de pie junto a la horca, y un sacerdote pidió a Dios que perdonara nuestros pescados. Tras la oración, nos leyeron las órdenes de ejecución.

“Sabíamos que íbamos a morir, no era necesario que nadie nos dijera nada. Cuando llegamos a la horca, cerraron la puerta. La sala estaba preparada.  La soga estaba lista y el saco de arena en su sitio. El alguacil, el verdugo y otros miembros del personal de la prisión esperaban de pie junto a la horca y un sacerdote pidió a Dios que perdonara nuestros pescados. Tras la oración, nos leyeron las órdenes de ejecución”.






“Colgaron al primero de ellos, con la cara tapada con un saco negro. Yo no podía dejar de pensar en cómo iba a morirme. Luego se sucedieron la segunda, la tercera y la cuarta ejecución, hasta que me llegó el turno”.













“Cuando llegué a mi celda, cogí el teléfono de inmediato y llamé a Kola Ogunbiyi, representante de la ONG francesa Avocats Sans Frontières en Nigeria. Se sorprendió al oír mi voz y se preguntó por qué no había sido ejecutado. Me dijo que iba a llamar a Amnistía Internacional para atraer la atención del mundo sobre mi caso








“Me dieron tres minutos para recoger mis pertenencias y abandonar la prisión. Pensé que era un sueño y le pedí a Dios que no me dejara despertar. Aún hoy sigo preguntándome si es un sueño, porque nunca pensé que podría estar vivo”.


Estado de terror constante

Describe la vida en la cárcel como un "estado de terror constante".

“Nunca estaba tranquilo. Cada vez que oía llamar a mi puerta pensaba que venían a buscarme para ejecutarme. Tenía la sensación constante de que iba a morir en cualquier momento", contó.




“Nunca estaba tranquilo. Cada vez que oía llamar a mi puerta pensaba que venían a buscarme para ejecutarme. Tenía la sensación constante de que iba a morir en cualquier momento"









“La naturaleza cruel e irreversible de la pena de muerte la convierte en un castigo completamente inadecuado en el siglo XXI. El castigo es una violación del derecho a la vida. Nigeria debe seguir la tendencia mundial contra esta práctica inhumana aboliendo la pena de muerte por completo”

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