Hablan las mujeres refugiadas en Grecia
“Siempre me felicito por haber cruzado ese mar, porque quería construir un futuro mejor para mis hijos
“Como mujeres, tenemos que luchar para lograr nuestros derechos.”Soraya, mujer refugiada procedente de Afganistán
El secretario general de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, se reúne con mujeres refugiadas en Atenas, Grecia, en un evento que marcó el lanzamiento de un informe de Amnistía sobre la situación de las mujeres refugiadas en el país, el 5 de octubre de 2018. © Fotis Filippou
Trayectos peligrosos para llegar a Europa
“ No tuve elección. O te abandonan en medio de ninguna parte con delincuentes [pasadores de fronteras] que te pueden hacer de todo o te metes como puedes en esa barca a pesar de los riesgos.”Bahar,* mujer refugiada procedente de Afganistán, describiendo el viaje desde Turquía a Grecia con sus tres hijos
Estuvimos allí 20 días. Hacía frío y humedad. No había suficiente agua ni comida. No conocíamos a ninguna de las personas del grupo. Eran amables, pero no los pasadores [...] Apartaron de un empujón a mi madre cuando suplicó que volviéramos a Bodrum. Estaba tan asustada que no dormí nada. Cuando quería ir al aseo, mi hermano me apartaba del grupo. Pero una vez los pasadores nos siguieron, así que volvimos corriendo. Después de eso estuve tanto tiempo sin orinar que me puse enferma.
Me acosaron mucho. Un pasador fue muy persistente. Dijo: ‘Te enviaré a Alemania en avión, pero dame a tu hija’. Naturalmente, no lo hice, pero sigo teniéndoles miedo.
“ Cuando los gobiernos europeos cerraron la puerta a las personas refugiadas, quedamos más expuestas a los abusos de los pasadores.”
Fátima,* mujer afgana de 27 años que viajó a Grecia con sus dos hermanas menores
Atrapadas en las islas griegas en campos masificados
Durante dos meses, dormimos en una pequeña tienda cerca de los aseos [...] No había electricidad y hacía mucho frío. Y cuando llovía, el agua empapaba la tienda. Ahora estamos en un contenedor con otra familia de cuatro personas. Sigue siendo difícil. Mi madre sufre fuertes dolores de espalda y no puede subir y bajar por el campo para ver a un médico.
Aquí todo está sucio. Es imposible mantenerse limpia, y cuando tenemos el periodo, es muy difícil.
De campo en campo: La vida en la Grecia continental
Todo el mundo pierde la cabeza aquí.
Hay alrededor de 45.000 personas refugiadas y migrantes (septiembre de 2018) que viven en alojamientos temporales en el continente. Esta foto está tomada junto a los campos de Elliniko, en las afueras de Atenas. Los campos fueron finalmente cerrados en junio de 2017, tras las reiteradas peticiones de los residentes, así como de organizaciones nacionales e internacionales. © Lene Christensen/Amnesty International
Nos sentimos totalmente olvidadas. Algunas llevamos dos años en el campo y nada cambia. No sabemos lo que nos va a pasar. No podemos hacer nada aquí y nuestros hijos se están volviendo locos. Y después de todo este tiempo, casi no puedo comunicar mis problemas porque nadie habla nuestra lengua.
“Esto es muy difícil ahora, no nos han dado nada, ni siquiera mantas para poner en el suelo. Todo lo que tenemos lo hemos recogido de la calle. Debo cuidar de mi bebé de un mes y de tres niños pequeños. Necesito un lugar mejor.”Alma,* de Siria, que vive en el campo de Skaramagas, en las afueras de Atenas, con su familia, en la que hay cuatro niños de corta edad
Ausencia de intérpretes mujeres
“En la segunda entrevista tuve que hablar de los abusos que había sufrido en Irán y de la agresión sexual que viví en Grecia delante de un intérprete varón. No me estaba tomando en serio. Se rió de mí.”Azadeh*, sobreviviente de violencia sexual
“Al final, me escucharon, pero tuve que insistir. Tal vez otra mujer no lo haga y nunca cuenten sus historias.”Azadeh*, sobreviviente de violencia sexual
Las mujeres como personas que toman decisiones
Algo tan simple como que te reciban como es debido, te miren a los ojos y te vean como un ser humano.
“Quiero ser independiente. Tengo dos hijos, tengo que pensar en ellos.”Amara*, que vive en un apartamento en Atenas
“Ahora soy totalmente diferente. Ya no tengo miedo.”Firooza, de Afganistán
En la Red Melissa de Atenas, julio de 2018. Su fundadora, Nadina Christopoulou, crea una atmósfera segura y acogedora, una pausa de las duras realidades de la vida. © Lene Christensen/Amnistía Internacional
Llegué a Melissa para aprender el idioma. Para mí, Melissa es un lugar de felicidad.
Después de un tiempo, comprenden que allí están seguras y se abren. Se convierte en el lugar donde lloran, ríen y bailan.
El Centro Bashira de Lesbos ofrece servicios jurídicos, psicológicos, sociales y de salud, e información para mujeres desplazadas residentes en Lesbos. © Yara Boff Tonella/Amnistía Internacional