Los y las yazidíes son una comunidad que vive en su mayoría en el norte de Irak, aunque también habitan zonas de Irán, Siria y Turquía.Hablan el kurmanji, dialecto del kurdo, y practican una religión milenaria.
El grupo armado autodenominado Estado Islámico (EI) los persiguió por considerarlos infieles. Una Comisión de la ONU calificó de genocidio los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por el EI en la comunidad yazidí de Irak entre 2014-2017.
Al capturar una aldea yazidí, el Estado Islámico separaba sistemáticamente a las mujeres, las niñas y los niños pequeños de los hombres y los niños mayores. Los hombres y niños mayores que se negaban a convertirse al Islam eran ejecutados. Aquellos que se convertían al Islam eran destinados a realizar trabajos forzados.
Las niñas y niños menores de 12 años solían quedar al cuidado de sus madres, incluso cuando las mujeres eran vendidas como esclavas. Sin embargo, los niños mayores de 7 años podían ser trasladados a campos militares para ser adoctrinados y formados como soldados.
“Nunca olvidaré lo que me pasó. Es una parte de mí, como una marca. Está ahí para siempre. Es lo peor que le puede pasar a cualquier humano, lo más degradante. Cuando volví... nadie me dio ningún apoyo, nadie me dio la mano”
Sahir, reclutado por la fuerza por el ISIS a la edad de 15 años
Miles de niños y niñas menores de 12 años de la comunidad yazidí fueron raptados, esclavizados, torturados, forzados a luchar, violados, asesinados y sometidos a otras significativas violaciones de los derechos humanos.
Las niñas y niños supervivientes devueltos a sus familias arrastran problemas de salud física o mental y a veces precisan largos y costosos tratamientos; algunos no pueden hablar ni entender el dialecto kurdo de sus familias que, a su vez, desconocen el árabe; no pueden volver a la escuela después de varios años de ausencia; y se enfrentan a obstáculos para obtener sus documentos de identidad.
Su situación se agrava cuando el retorno supone el encuentro con una familia desconocida: porque eran bebés cuando los separaron de sus progenitores y ya no los conocen o porque estos han desaparecido y son otros familiares quienes los acogen.
En la actualidad, la mayoría de la comunidad yazidí de Irak vive en campos para personas desplazadas. Tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas y la escasez de comida es común. Estos campos carecen de adecuadas infraestructuras de higiene y sanitarias, así como de personal especializado. Todo ello dificulta enormemente el acceso a los tratamientos que precisan estas niñas y estos niños retornados, así como su integración en la comunidad.
Un niño yazidí se abraza a su familia tras ser liberado del Estado Islámico, el 2 de marzo de 2019. © REUTERS / Ari Jalal
“Me vendieron tantas veces que ya no me acuerdo. Al final me obligaron a casarme. Yo era una niña. Cuando regresé no sabía hablar kurmanji. No voy a la escuela. Ahora todo es diferente, la religión, la vida, todo”
Randa, 14 años, sufrió cinco años de esclavitud
Un caso especial es el de las hijas e hijos fruto de una violación durante el cautiverio de la madre. De acuerdo con la tradición religiosa yazidí, para que un niño o una niña sea considerado miembro de la comunidad debe haber nacido de madre y padre yazidíes, por lo que muchas mujeres se han visto forzadas a renunciar a sus hijos. Estos niños y niñas corren un grave riesgo de abandono, así como de ser víctimas de trata o de otras violaciones graves de derechos humanos.
A pesar de que se han dado importantes pasos para garantizar y respetar los derechos a la salud, a la educación, a la identidad jurídica y a la unidad familiar de estos niños y niñas supervivientes, la investigación de Amnistía Internacional, cuyo informe publicó en el mes de julio, revela que las autoridades nacionales deben cambiar de forma drástica sus políticas y prioridades para garantizar a las niñas y a los niños sobrevivientes una reparación completa por la violación de sus derechos y proporcionarles el apoyo que necesitan. También deben garantizar la rendición de cuentas de los miembros del Estado Islámico que hayan cometido delitos con arreglo al derecho internacional.