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Varias mujeres se abrazan en el Día Internacional de la Mujer en el centro de Madrid, España

Varias mujeres se abrazan en el Día Internacional de la Mujer en el centro de Madrid, España, 8 de marzo de 2022. © REUTERS/Susana Vera

Blog

Derechos humanos y feminismo, una gran alianza para ganar derechos

Por Andrea Ortiz, activista del Equipo sobre derechos de las mujeres en Amnistía Internacional España,

Feminismo y derechos humanos recorren una larga historia hasta llegar a la alianza que hoy conocemos.

Cuando hablamos de derechos humanos pensamos en aquellos derechos que ostentan todos los seres humanos, con independencia de sus características o los grupos sociales a los que pertenezcan. En el momento de su nacimiento estos derechos fueron conocidos como ‘Derechos del Hombre’ que, si bien no significaba explícitamente que las mujeres no pudieran disfrutarlos de igual manera que los hombres, de manera implícita sí suponía una relación de subordinación de ellas hacia sus compañeros varones.

Como bien es sabido, la extensión de estos derechos para las mujeres es mucho mayor en la actualidad y el movimiento feminista, sus ideas, reivindicaciones y movilización son las responsables de esos avances. Si las mujeres de mi generación, nacidas a finales de los 90 y principios del milenio, nos paramos a pensar en cómo vivían nuestras abuelas con la edad que nosotras tenemos ahora, son muchos los contrastes que vamos a encontrar en todos los ámbitos.

Una niña mira mientras su madre deposita su voto en las elecciones generales celebradas en España

Una niña mira mientras su madre deposita su voto en unas elecciones generales celebradas en España. © REUTERS/Vincent West VPW/MAL/WS

Hoy, mujeres y hombres de 18 años podemos votar y ejercer la democracia, pero fueron mujeres las que consiguieron este derecho. Mi abuela votó por primera vez con 41 años, en las elecciones generales de 1977. Su madre, antes que ella, consiguió votar en dos ocasiones, en 1933 y 1936, gracias a la acción en favor del sufragio femenino de mujeres como Clara Campoamor que llevó la lucha por el derecho al voto femenino hasta el Congreso. Curiosamente, un Congreso para el que había sido elegida como representante del pueblo, pero que no le permitía elegir a su propio representante. Allí tuvo que enfrentarse tanto a hombres y mujeres de fuera y dentro de su propio partido, como Novoa Santos, que afirmaba que conceder el voto a las mujeres convertiría a España en un Estado conservador, en lugar de uno avanzado en derechos y libertades.

El sufragio femenino y el acceso a la universidad

Finalmente, la victoria del sufragio femenino se consiguió en 1931 con 161 votos a favor, 121 en contra y 188 abstenciones, haciéndose efectivo en las elecciones del 19 de noviembre de 1933. Otra de las mujeres implicadas en la consecución del sufragio femenino fue Victoria Kent, si bien estaba en contra del mismo, avivó la llama de los debates con Campoamor dentro del Congreso.

Hoy las mujeres son imparables en el acceso a la universidad y en España son más de la mitad de la población con titulación universitaria (54%). Fue Victoria Kent una de las primeras mujeres en conseguir un título universitario, en su caso en Derecho, y en ingresar en el Colegio de Abogados, que hasta entonces era exclusivamente terreno masculino. Este logro se lo debe Kent (y resto de mujeres con titulación) a Concepción Arenal y su lucha por la educación superior femenina.

Arenal defendía incesantemente la emancipación y empoderamiento de las mujeres, pues creía que era “un error grave y de los más perjudiciales, inculcar a la mujer que su misión única es la de esposa y madre [...]. Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie". Así, decidió acudir a clases de Derecho, como decíamos reservadas para hombres, vestida con ropa de hombre. A pesar de que acabó siendo reconocida, se le permitió seguir acudiendo, aunque no graduarse ni obtener ningún título.

Fue en 1910 cuando se permitió la matriculación libre de mujeres en universidades públicas. No obstante, recibir educación superior siendo mujer, a pesar de su legalidad, siguió estando restringido por motivos económicos, pues eran las mujeres de las clases más altas las que podían permitirse su formación, mientras que aquellas de familias con menos recursos se dedicaban a las tareas del ámbito doméstico. Mi abuela jamás pudo tener una educación superior, pero todos los miembros de mi familia sabemos cocinar grandes recetas o remendarnos nuestra propia ropa gracias a ella. Se lo debemos.

Una mujer con la cara pintada con la leyenda "No es una moda, es una urgencia" participa en una protesta con motivo del Día Internacional de la Mujer en Madrid, España, 8 de marzo de 2022

Una mujer con la cara pintada con la leyenda "No es una moda, es una urgencia" participa en una protesta con motivo del Día Internacional de la Mujer en Madrid, España, 8 de marzo de 2022. © REUTERS/Susana Vera

La Ley para la Igualdad efectiva de Mujeres y Hombres

Queremos empleo, trabajo nos sobra”. Fue el grito reivindicativo en las manifestaciones feministas durante muchos años, y todavía hoy está cargado de sentido. Hasta 1975 las mujeres necesitaban una autorización o bien de su padre o bien de su marido para poder conseguir un empleo y, por esa posición de sometimiento femenino, muchas veces no lo conseguían. Este detalle no hizo que mi abuela diera su lucha por perdida, ella pasó años trabajando a escondidas como parte del servicio de una familia de clase alta, que le permitió tener seguridad social.

Muchas profesiones estuvieron prohibidas para las mujeres durante años, por entenderse como trabajos que “requerían demasiada fuerza” o “eran demasiado peligrosos” como para que una mujer los llevara a cabo. Por ejemplo, a las mujeres no se les permitía cuidar de animales bravos, trabajar con sustancias peligrosas o transportar mercancía pesada, entre otros muchos empleos, y las mujeres no pudieron dedicarse a la minería hasta el año 2006. Debido a esto, junto a la falta de formación y a la idea generalizada de la mujer como base de los cuidados, no es de extrañar que mi abuela, como muchas otras mujeres de su generación, dedicara gran parte de su vida a atender su casa y a sus cuatro hijos, y posteriormente a sus nietos, mientras que mi madre o mis tías trabajaban gracias a la educación que habían recibido.

La Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres de 2007 fue un grandísimo logro de las mujeres para avanzar en el ámbito laboral, de protección social y político. Hoy todas las empresas de más de 50 trabajadoras y trabajadores tienen la obligación de hacer y aplicar Planes de Igualdad para asegurar que en las retribuciones, clasificación profesional y promociones, a las mujeres no se las deja atrás. Y las listas electorales tienen que cumplir la paridad de mujeres y hombres.

Unas manifestantes sostienen grandes muñecas de papel con nombres de mujeres asesinadas por sus parejas durante una manifestación contra la violencia de género en Sevilla

Unas manifestantes sostienen grandes muñecas de papel con nombres de mujeres asesinadas por sus parejas durante una manifestación contra la violencia de género en Sevilla. © REUTERS/Marcelo Del Pozo

La Ley Integral contra la violencia de género

La lucha de las mujeres ha conquistado derechos sociales que nos permiten decidir sobre nuestra vida personal sin coacciones legales. El divorcio no fue legal en España hasta 1981. Hasta entonces la prohibición obligaba en muchos casos a las mujeres a mantenerse dentro de relaciones de abuso o de situaciones de violencia doméstica, para poder sostenerse así económicamente. La violencia de género sigue estando latente en la actualidad, tal y como muestran los 49 asesinatos machistas que tuvieron lugar en 2022. Pero hoy tenemos estadísticas que permiten contabilizar estos asesinatos, darlos a conocer y nombrarlos como crímenes machistas, porque hasta no hace tanto tiempo se los llamaba “crímenes pasionales”.

En 2004 se aprobó la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que reconoce que, por el solo hecho de ser mujeres, sufren la violencia de sus parejas y exparejas masculinos, y establece medidas de protección y apoyo. A su vezel Pacto de Estado contra la violencia de género de 2017 compromete a los poderes públicos a establecer recursos, hacer seguimiento y evaluar el grado de eficacia de las medidas establecidas. Pero las cifras continúan evidenciando que la violencia contra las mujeres sigue siendo y debe ser uno de los puntos centrales de la lucha feminista.

Manifestación para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en Madrid, España, 25 de noviembre de 2022

Manifestación para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en Madrid, España, 25 de noviembre de 2022. © REUTERS/Violeta Santos Moura

La legalización del aborto

Las mujeres ahora hablamos de derechos sexuales y reproductivos y los reivindicamos con fuerza. Y puede que sea ésta la conquista más potente del movimiento feminista para la autonomía de las mujeres. Quizás hemos olvidado que la venta de anticonceptivos estuvo prohibida hasta 1978, y que hubo que esperar casi 10 años más hasta la legalización del aborto, en el año 1985. En 2010, con la aprobación de la ley de plazosLey Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria de Embarazo– se dio otro gran paso para la libre decisión de las mujeres, y en 2023 el Parlamento ha aprobado su modificación con mayores garantías para el acceso efectivo al aborto, incluidas las jóvenes de 16 y 17 años.

Porque la prohibición del aborto no evitaba que las mujeres abortaran, como sabemos, pues eran muy numerosos los casos de mujeres que viajaban a Francia o Reino Unido o directamente lo hacían de manera clandestina. Adicionalmente, las mujeres tuvieron que afrontar la estigmatización social al decidir interrumpir un embarazo o, simplemente, al expresar su sexualidad. Si bien mi abuela en este caso no es la protagonista, sí lo es la mujer que me atendió la primera vez que fui a comprar anticonceptivos a la farmacia, “qué suerte tenéis las jóvenes de poder llevar uno de estos [condones] en el bolso ahora”, me dijo entre risas. “Si me viera mi padre…”.

Acabar con la violencia sexual es la reivindicación que ha sostenido el feminismo en los últimos años. “Me too”, “Sólo sí es sí”, "Yo sí te creo" son las consignas que hemos conseguido situar en el debate social para destapar las agresiones sexuales a mujeres por parte de hombres y llevarlos ante los tribunales de justicia, y para que las leyes pongan en el centro a las mujeres víctimas de estas agresiones, apoyarlas en la denuncia de los hechos y evitar que las instituciones policiales, judiciales, médicas, las revictimicen. En 2022 se aprobó la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, un gran paso para la prevención, atención y protección de todas las mujeres, niñas y niños víctimas de violencia sexual.

Grafiti callejero que pone "quiero ser libre, no valiente"

Gratifi. © Flickr by Nacho Jorganes CC BY-SA 2.0

La lucha feminista continúa

La organización de las mujeres en los movimientos feministas, la valentía, fuerza y constancia de mujeres como Clara Campoamor, Concepción Arenal o mi abuela, que decidieron no conformarse y luchar contra lo establecido,es lo que ahora nos permite a todas acceder a una educación pública y de calidad, ocupar un puesto de trabajo, aunque no siempre sea el deseado, y tener el tipo de familia que queramos, sin caer en situaciones de dependencia ante una figura masculina o ante las redes del poder patriarcal.

No obstante, la lucha no termina aquí. Aún son demasiados los casos de asesinatos machistas, violaciones o abusos sexuales que se cometen año tras año. Necesitamos una Ley Integral contra la trata de personas, porque siguen aumentando los casos de trata de mujeres con fines de explotación sexual, con sólo 1.000 víctimas identificadas como tal entre 2013 y 2019, de las 75.000 totales en situación de riesgo. Pero también queremos que quienes voluntariamente se dedican al trabajo sexual puedan hacerlo con seguridad, sin persecución ni discriminación. Queremos que los centros públicos practiquen las interrupciones voluntarias de embarazos, para que su negativa no sea una barrera de acceso al aborto. La desigualdad salarial, el desempleo y el riesgo de pobreza no deben seguir golpeando a las mujeres. Leyes como las ya conseguidas son un buen ejemplo de la repercusión que tiene la presión ejercida por las mujeres y los movimientos feministas, pero no vale con contentarse con la teoría mientras la igualdad y no discriminación no se hagan totalmente efectivas en la práctica.

El 8 de Marzo, Día Internacional de las Mujeres, salimos a las calles para seguir reivindicando derechos que nos pertenecen y, mirando atrás, para celebrar los ya conseguidos y que no nos los quiten.

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