El 10 de diciembre de 2017, Irak declaró su victoria sobre el grupo armado autodenominado Estado Islámico, que desde finales de junio de 2014 había estado intentado establecer un califato islámico en el país. En lo que cabe empezar a llamar el Irak posterior al Estado Islámico, miles y miles de personas civiles llevan las cicatrices de los crímenes que el grupo armado cometió contra ellas y contra sus seres queridos. Es probable que el legado de estos crímenes afecte no sólo a las personas supervivientes, sino también a las generaciones venideras.
Una mujer yazidí que huyó de la violencia entre los yihadistas del grupo Estado Islámico y los combatientes peshmerga en la ciudad de Sinyar, en el norte de Irak, espera en un campo para personas internamente desplazadas instalado en la zona de Sharia, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Dohuk, 17 de noviembre de 2016. © AI