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Enfrentamientos con la policía antidisturbios en Bogotá, Colombia

Varios manifestantes se enfrentan con la policía antidisturbios durante una protesta contra el proyecto de reforma tributaria lanzado por el presidente Iván Duqu. Bogotá, 28 de abril de 2021. © Juan Barreto/AFP vía Getty Images

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Colombia y las víctimas de lesiones oculares como Gareth Sella

Por Mireya Cidón (@mnodic), Amnistía Internacional,

Durante el Paro Nacional de 2021, Colombia fue testigo de manifestaciones multitudinarias en todo el país. Las protestas visibilizaron las reivindicaciones históricas de las poblaciones marginadas hacia el Estado colombiano, que no ha garantizado los derechos económicos y sociales básicos como la educación y la salud.

En vez de escuchar las demandas de las miles de personas que se manifestaban, el gobierno de Iván Duque respondió con represión y violencia para desalentar las manifestaciones pacíficas y, en última instancia, castigar a quienes pedían cambios en el país.

Amnistía Internacional ha documentado que las fuerzas de seguridad cometieron acciones desproporcionadas y represivas desde el 28 de abril hasta el 20 de octubre de 2021, violando los derechos humanos de las personas manifestantes. Solo en Cali, la noche del 3 de mayo, al menos tres personas murieron por heridas de bala, cientos resultaron heridas y muchas fueron objeto de detención arbitraria.

Amnistía Internacional también ha documentado el uso desproporcionado de armas potencialmente letales, provocando lesiones oculares a muchas personas. En este cómic presentamos dos de esos casos: los de Gareth Sella y Leidy Cadena. (Descargar cómic)

Gareth Sella, víctima de trauma ocular

También hemos hablado con el primero de ellos, con Gareth Sella, para conocer, de primera mano, lo que sucedió el día en que fue disparado.

Gareth Sella sufrió un trauma ocular por disparos de la policía en Colombia

Gareth, para ponernos en contexto, retrocedamos al 2021 y háblanos del estallido de las protestas en Colombia

El pasado 28 de abril se convocó un paro nacional por un descontento social cuyo detonante final fue la reforma tributaria que afectaba a las clases media y media baja. Unas clases sociales muy golpeadas por las políticas insuficientes en el manejo de la pandemia. La gente fue abandonada por el gobierno que no tomó ninguna medida para paliar sus dificultades. Sin ayudas ni protección, les tocó quedarse en casa, morirse de hambre o salir a la calle y contagiarse de COVID. “Morir o no morir” esa es la opción siempre de las clases oprimidas.

¿Quiénes liderabais las protestas?

Los paros nacionales anteriores ya habían puesto de manifiesto una indiscutible brutalidad policial. En el pasado ya habíamos sido testigos y víctimas de una arremetida muy fuerte del paramilitarismo, de ataques contra los acuerdos de paz, bombardeos en los que morían niños y niñas, y una escalada de la violencia muy elevada. Ese descontento y esa represión fueron el caldo de cultivo que llevó al paro nacional iniciado el 28 de abril y con el que el gobierno se encaró con los y las manifestantes de una manera muy violenta, sobre todo los tres primeros meses.

Las protestas fueron convocadas autónomamente por la gente. En un principio hubo un comité del paro, pero la gran mayoría de las personas no se vieron representadas por él y simplemente tomaron las calles. Se fueron formando diferentes colectivos: de prensa, de primeros auxilios, de primeras líneas… Pero todo de una manera muy autónoma. También los jóvenes y las chicas y chicos golpeados por la violencia estatal y por el abandono se unieron, y la protesta cobró grandes dimensiones en los círculos más empobrecidos y golpeados de las ciudades, aquellos donde hay paro y hambre. Donde no hay dinero. Donde no hay comida. Donde no hay nada.

Pedíais una economía más igualitaria, inversión en educación, una reforma de la policía, una mejor implementación del proceso de paz... ¿En qué ha quedado todo?

En nada. Al final no se ha logrado un gran avance en ninguno de los temas. Lo único que vemos claramente es una mayor persecución de los líderes y lideresas de las protestas, más hostigamiento a la prensa independiente y a los y las jóvenes que estuvieron en primera línea para judicializarlos, encarcelarlos y castigarlos por despertar la conciencia social.

Un hombre es arrestado durante los enfrentamientos con la policía en Medellín, Colombia, el 29 de abril de 2021. © Joaquín Sarmiento/AFP vía Getty Images

¿La pandemia acrecentó el descontento social en Colombia?

Sin duda, pero la pandemia solo aumentó un desencanto que venía de lejos; desde el comienzo del mandato de Álvaro Uribe, cuando empezó a incrementarse la violencia, el paramilitarismo, las muertes de excombatientes y de líderes sociales.

Háblanos del ESMAD. ¿Qué es y para qué fue creado?

El ESMAD es un escuadrón móvil antidisturbios. Fue creado como una medida transitoria para controlar las movilizaciones sociales y para hacer frente a la teoría del enemigo interno. Para el gobierno, este enemigo era la guerrilla, por lo que cualquier persona que se manifestaba contra él o sus medidas era tildada de guerrillera, era señalada y se convertía en un objetivo legítimo militar que podía matar.

El ESMAD tiene muchas muertes a sus espaldas, muchas violaciones de derechos humanos, traumas oculares, violencia sexual, tortura… La violencia es como la forma legal que ellos encuentran para reprimir la protesta social. Es una policía militar que cuenta con fuero militar y no hay ley que les toque porque están cobijados por esa impunidad.

¿Han sido procesados agentes del ESMAD por infracciones disciplinarias? ¿Han sido condenados?

Muy, muy pocos. El año pasado condenaron a un exmiembro del ESMAD por la muerte de Nicolás Neira hace 16 años. ¡16 años! El ESMAD es una máquina para asesinar y es muy difícil que respondan por sus delitos.

Un policía antidisturbios dispara gases lacrimógenos a los manifestantes durante el paro nacional, el 28 de mayo de 2021. © Joaquín Sarmiento/AFP vía Getty Images

Cuéntanos que pasó el día que te dispararon. ¿Tienes recuerdos nítidos de lo que ocurrió? ¿El disparo fue un hecho fortuito o un ataque direccionado?

Tengo recuerdos muy nítidos de lo que ocurrió el día que me dispararon, pero voy a tratar de resumirlo. Salimos de una movilización desde la Universidad Pedagógica que queda en la calle Setenta y dos. Fue una movilización muy infiltrada. Tras el ataque que sufrí tuve conocimiento de que me habían estado siguiendo y que me habían fotografiado todo el tiempo.

Ese día salí con un colectivo, una primera línea que se llama Escudos Azules en una marcha convocada contra la brutalidad policial. El día anterior habíamos realizado una denuncia pública porque nos habían quitado un documento en el que la inteligencia de la policía nos señalaba como grupo radical y violento. Es decir, ese comunicado nos convertía en objetivo.

El mismo día de la movilización, el 24 de febrero, un agente de la policía habló en la radio para desmentir ese comunicado y para decir que querían hablar con nosotros. Horas después, el ESMAD intervino en la calle y dispersó la movilización de forma arbitraria, desmedida y violenta. Por nuestra parte no hubo una resistencia.

Cuando eso ocurrió, yo les vi venir de frente, por lo que me puse a caminar de espaldas hacia el sur. Cuando me volteé vi otro bloque de agentes y es cuando, desde atrás, me dispararon tres veces. Uno de los disparos me dio en el costado de la cabeza, otro en el ojo y el tercero, al lado de la nariz. Para mí hubo una orden clara de atentar contra mi vida.

Logré no caerme y salir corriendo, imagino que por la ansiedad y la adrenalina del momento. Llegué a una tienda y me quité la ropa para que no me reconocieran y no ser perseguido. Así pude llegar al hospital.

Después comenzó el ataque mediático en el que decían que merecía esos disparos por haber participado en la movilización encapuchado. Pero una capucha no se puede asociar con vandalismo porque yo no lo estaba cometiendo.

¿Se sabe quién disparó? ¿Está siendo investigado?

No, no se sabe todavía quién disparó. El caso está siendo investigado. Digamos que la orden fue dada por el ministro de Defensa, Molano, y por el general Vargas, de la Policía. En mi caso es complicado que se haga justicia. Las cámaras desaparecieron, por lo que no tengo nada, no hay pruebas.

Cientos de víctimas de traumas oculares durante las protestas en Colombia

Policías antidisturbios se enfrentan a manifestantes en una nueva protesta contra el gobierno del presidente colombiano Iván Duque, el 2 de junio de 2021. © Joaquín Sarmiento/AFP vía Getty Images

¿Las víctimas de violencia policial estáis desamparadas por parte del Estado?

Sí, lo estamos. No hay ningún amparo para las víctimas de violencia policial. ¡Son tantos los casos que quedan impunes! Por ejemplo, el asesinato de Dilan Cruz, el joven que murió por un disparo de la policía durante una protesta en 2019. Hay videos por todas partes en los que se ve cómo le apuntan, le disparan a la cabeza y lo matan. Y, aún así, no hay justicia. Han pasado ya tres años y no se han depurado responsabilidades.

¿Te arrepientes de haber salido a marchar aquel día?

No, nunca me he arrepentido de haber salido ese día. Nunca. Me alegra incluso saber que ese día me ocurrió a mí y no a otra persona. Yo estaba ahí para eso, para proteger a la gente. Incluso con mi vida, con mi cuerpo. Y todavía creo que hay que seguir en las calles porque todas las personas tenemos algo que aportar. Mis motivos para participar ese día en esa movilización fueron la empatía, el amor a la gente y el amor a mi pueblo. Quienes hemos contado con privilegios en nuestra vida tenemos que estar ahí, en la calle, dando nuestra vida si es preciso. Porque en los territorios, en las regiones, en las ciudades, en las partes más empobrecidas del país, la gente está arriesgando incluso su vida. Todo el mundo está dando algo y yo creo que uno debe contribuir dando lo que tiene.

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